Pensabas que esta vez era perfecta: creías que duraría para siempre, que teníais todo lo que se necesitaba para estar juntos toda una vida, que jamás se os acabaría el amor, que todo sería maravilloso por los siglos de los siglos. Pero te equivocaste (otra vez), la otra persona se largó y te convirtió en un escombro sentimental durante meses.

Pero por fin te recuperaste y aquí estás de nuevo, buscando a esa persona perfecta a la que dar todo tu amor. Y de repente te acuerdas de cómo fueron las cosas la última vez (bueno, y las anteriores también) y te preguntas: “¿Por qué?” Esta es la pregunta clave que se hacen cientos de miles de personas cada día en todos los puntos del planeta: ¿por qué seguimos buscando el amor pese a todos los intentos fallidos y al dolor posterior?

Muchos dirán que es instinto, que necesitamos perpetuar la especie y que el amor, realmente, no es más que un truco de la naturaleza para facilitarnos la vida: ya sabes, con eso de la monogamia todo es un poco más sencillo, ¿no? Te hablarán de impulsos químicos, de hormonas y demás cuestiones de carácter biológico, pero tú no acabas de verlo claro.

Tú crees que realmente hay alguien ahí fuera hecho a tu medida, que tendrá aficiones en común contigo y que entenderá las que no son compartidas, que aceptará a tus amigos, que te querrá incluso en tus momentos más bajos sin perder nunca la sonrisa. Y puede ser cierto, ¿por qué no? El amor romántico es una construcción social pero, desde luego, es innegable que cuando nos enamoramos se nota, ¿o no?

Ya sea pura química, ya sea algo más emocional, al final siempre seguimos buscando el amor por una combinación de factores: no queremos estar solos, buscamos a una persona con quien compartir nuestra vida y, además, no dejamos de tener cierto instinto animal que nos impulsa a estar en pareja, a convivir y a seguir luchando por encontrar a nuestra persona ideal pese al daño que podamos hacernos por el camino.

¿Tú cómo lo ves? ¿Crees que nos aferramos al amor porque somos más animales de lo que nos gustaría admitir —y poco románticos, por tanto— o eres de los que creen en el amor idealizado a más no poder?

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