Si sospechas que tu pareja te es infiel, antes de hacer cualquier otra cosa tienes que pararte, respirar y pensar: ¿realmente tienes motivos para creerlo o se trata de un temor sin fundamento? Si, después de pensarlo fríamente, llegas a la conclusión de que algo pasa, entonces es hora de analizar las señales que pueden ayudarte a descubrir la infidelidad.

La primera a la que debes prestar atención es a un cambio de comportamiento extraño en tu pareja: puede que, de repente, tenga mucho más trabajo en la oficina y llegue más tarde de lo habitual, o que empiece a tener reuniones de negocio el fin de semana, o que haya empezado a salir con amigos que no conoces y que no parece tener intención de presentarte.

También debes andarte con ojo si su actitud en el día a día cambia: una persona que está siendo infiel puede volverse, repentinamente, más cariñosa de lo habitual para paliar su sentimiento de culpa. O todo lo contrario: quizá notas que su actitud se ha vuelto más fría de forma inexplicable. Además, es probable que empiece a preocuparse más por su aspecto y a cuidarse de una forma especial.

Juega con las cartas que tienes a tu favor: llevas tiempo de relación con esa persona y, por tanto, seguro que conoces sus reacciones, el significado de sus miradas y sus gestos. Así que, con disimulo, procura sacar a colación el tema de la infidelidad en un entorno poco esperado para que no tenga tiempo a reaccionar y prepararse para ocultar su engaño. Fíjate en si te mira a los ojos mientras le hablas sobre ese tema (por ejemplo, puedes comentarle que alguna amiga tuya ha descubierto que su novio le era infiel). Como quien no quiere la cosa, pregúntale si él sería capaz de hacer eso: si desvía la mirada hacia la izquierda: es una señal clara de que te miente.

El lenguaje corporal puede ayudarte mucho más de lo que crees a descubrir una infidelidad: si se cruza de brazos y piernas al tocar ese tema se está cerrando ante ti con una actitud defensiva. Todo esto, unido a las señales anteriores, debería ponerte sobre aviso. Ahora solo te queda buscar signos evidentes como llamadas, mensajes o incluso objetos que te son desconocidos.

¿Y después? Coger el toro por los cuernos, hablar con tu pareja y exponerle tus preocupaciones de una forma calmada. Al fin y al cabo, a no ser que tengas una prueba evidentísima de que te está siendo infiel todo se basa en suposiciones, así que no tiene sentido montar una escena.

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