Cuando la frustración y al abatimiento te invaden,  es necesario que te esfuerces para  llenar  tu vida de esperanzas,  solo asi estarás propiciando que el desconcierto no  se apodere de ti.

La esperanza es esa partícula de emoción positiva, capaz de motivarte y de hacerte experimentar firmeza en tus actos. Está comprobado que, como un imán, te facilita más las cosas porque actúas con fe y seguro de lograr un propósito. Por increíble que parezca, los caminos se le abren con más facilidad a los que mantienen vivo ese sentimiento.

La esperanza te llena de energía, te hace sonreír, y te hace movilizar la mente en busca de nuevos planes. Ese incentivo es el que te hace actuar con decisión, pues de lo contrario, caes en un punto muerto y tus fuerzas se desvanecen, ¿cómo entonces podrás actuar con paso seguro si tu mente y tus acciones se encaminan a un rumbo opuesto?

La historia está llena de ejemplos: los más angustiosos pierden el camino, mientras los seguros de alcanzar un fin, logran llegar a su meta. Desde artistas, políticos, científicos, hasta personas simples que con sus fuerzas elevadas por la esperanza, lograron subir en sus propósitos, aún sin tener de qué apoyarse.

No desmayes ante cualquier obstáculo, ni permitas que te venza la indecisión, pues estarás cerrando tus propias fuerzas. Acumula buenos pensamientos, porque las perturbaciones de la mente impiden el buen desarrollo de las del cuerpo. Agárrate con todas tus fuerzas a la firmeza de tus propósitos, y así como llenas tu vida de esperanza, la estarás llenando también de bienestar.

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