La historia del hombre relata leyendas y hechos relacionados con armas extrañas, y entre ellas se encuentra el fuego griego.

Mucho antes de que Europa conociera la pólvora, ya existía esta arma capaz de sembrar el pánico entre los enemigos de Grecia, pues su uso decidió innumerables batallas a favor de estos. Se piensa que lo inventó el egipcio Calínico de Heliópolis, y consistía en un líquido inflamable al contacto con el aire.

El compuesto debía transportarse en recipientes cerrados, los que se encendían al ser lanzados a las tropas enemigas una vez abiertos, o cuando se rompìan al deslizarlos por pendientes. Una de sus características era que se pegaba a la piel, y los objetos ardían sin posibilidad de apagarlos, ni con agua, arena, ni arropados en pieles.

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