Cuando el sexo se convierte en una rutina, la pareja se siente obligada a llegar a él aunque no tenga deseos, y esa relación sexual pierde toda la satisfacción que necesita para lograr un estado emocional placentero.

Es lógico que las primeras semanas, e incluso los primeros meses, sientan ardientes deseos de estar en la cama, pero luego otras situaciones lo reemplazan. Tratar de mantener esa misma rutina cuando  se ha ido perdiendo la mayor excitación es fatal para el cariño y el placer.

Obligarse a mantener relaciones sexuales solo por demostrar que todo sigue igual es un error fatal, si se hace más veces de lo debido con la libido baja, llegará el momento en que hasta detesten a la pareja.

Hay veces que uno solo es quien se siente así, y el otro sí mantiene la excitación. Este es un  caso para reflexionar juntos y llegar a un acuerdo que no deteriore la relación de la pareja.

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