Familia y escuela forman el entramado necesario para conformar los valores que regirán individualmente a cada uno de los hijos en su futuro. De ahí surgen los nacientes pasos de qué harán, cómo vivirán, quiénes llegarán a ser.

Para nadie es nueva la afirmación de que la unidad entre la familia, la convivencia hogareña y la escuela; son los factores que condicionan la educación de los miembros más jóvenes de la sociedad.

Para algunos, a pesar de saber que la verdadera educación comienza en el hogar y la escuela es un complemento en cuanto a materias y aprendizaje, delegan en ella la formación de sus hijos pues “no tienen tiempo para ellos”. El exceso de trabajo les ocupa mucho tiempo y creen que están haciéndolo correcto.

La educación y el aprendizaje necesitan de bases firmes. De nada sirve alzar un rascacielos de conocimientos si las bases están débiles. La educación familiar es una tarea particular de cada “casa”, que ha de cuestionarse cómo educa a sus hijos, cómo son sus prácticas educativas y descubrir si estas son las más adecuadas.

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