La ciudad de Ámsterdan es para muchos la ciudad más pintoresca de Europa e incluso una buena parte de esas personas la consideran así para el resto del mundo.

¿Cómo describir la sensación de sentirte atrapado entre calles estrechas que corren paralelas a los canales? Pero no te sientes asfixiado, al contrario, abres bien los ojos y aspiras todo el maravilloso encanto de la ciudad. Los canales, ¡los canales!, lo mismo artificiales que los que siguen la corriente del río, son limpios y muestran pequeñas embarcaciones que puedes alquilar para un recorrido por las aguas.

Si lo prefieres, te puedes dirigir a los diferentes puentes para ver desde allí cómo circulan los coches, las bicicletas por las calles y pasos, y los barcos por las aguas. Porque esos son los tres medios de transporte más característicos de la ciudad. Y verás amarradas a los puentes o en cualquier lugar idóneo las bicis de los vecinos que dejan estacionadas, incluso por días, por la estrechez de las viviendas, porque eso sí, Ámsterdam es un lugar donde los espacios habitacionales han costado mucho para robarlos a las marismas.

Por ese encarecimiento de la vida en la ciudad, no son pocos los vecinos que eligen la solución, quizás más barata, pero sobre todo romántica, de vivir en esos barcos, a veces pequeños, que vemos juntos a los muros que separan las calles del agua. ¿Te imaginas la sensación de llevar tu vida dentro de un barco con todas las comodidades?

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