Algunas culturas diferentes pueden encontrar en diversas prácticas sadomasoquista la forma de experimentar el sadismo, buscando el disfrute. En estas prácticas existe cierto grado de trasgresión de las normas y de acercamiento a lo prohibido.

Los indios chocóes, por ejemplo, se excitan sexualmente en el matrimonio con respectivas acciones que a otros pondrían los pelos de punta: ella clava las uñas en el mentón de su compañero hasta sacarle sangre y él le da unos fuertes y dolosos pellizcos que le producen hematomas en las caderas. Asimismo, los hindúes señalan en algunos de sus escritos siete clases de mordiscos   mediante los cuales obtienen placer sádico quien los da y excitación masoquista quien los recibe.

Es muy antigua costumbre en la Isla de Borneo y otras de Malasia e Indonesia que el varón atraviese su glande con una varilla metálica llamada Kalang, rematada por dos botones metálicos. De esta manera se practica el coito, cosa que sus mujeres parecen agradecer, pues muchas, de vez en cuando, les regalan a ellos algún Kalang de repuesto.

Estas conductas sexuales han sido a menudo consideradas desviaciones sexuales, aberraciones e incluso enmarcadas dentro de las patologías como ¨perversión demasiado alejada de lo normal¨.

Es más placentero tener relaciones sexuales con la pareja poniendo en práctica algunas fantasías, que sean suaves,  sin necesidad de llegar a recurrir a métodos dolorosos.

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