El veranito calienta más de lo que queremos, el agua nos llama y también los deseos de un buen rollo sobre todo, como es mi caso, en las horas nocturnas cuando salgo de copas.

Y vamos, que los tíos no sé dónde están, porque como no sea en grupos bebiendo en la orilla, o tomando el sol con sus musculosos cuerpos, sus gafas y su mirada hacia cualquier culete al aire que cruce por la arena, no hay nadie que los saque de ahí. Debe haber otros, en algunos sitios, pero me pregunto dónde podrá ser.

Mi experiencia me dice que están hartos del ligue, o se han pasado ya de copas y no levantan nada, porque yo soy una chica veinteañera, mido 174, y mi peso es de 60 kilos, pechos generosos y buen culete, ¿qué quieren ellos? ¡Ah!, y un pelazo que da envidia a mis amigas. Si quieren escoger más, poco hay para hacerme competencia.

Sin embargo, pasan los días, pronto llegará septiembre y este agosto de cero ligue quedará para la historia. He viajado por la Costa Brava,  la Costa del Sol y ahora me dirijo la próxima semana a la de Azahar. Ojalá y sea solo un problema de regionalismo, porque soy madrileña y allí si les aseguro el ligue seguro, en cualquiera de sus paseos urbanos, mientras que en estos de sol y playa, ¡madre mía, lo que hay que currar para hallar un chico que me invite a unas copas! Y eso que pago yo, ¡eh!.

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