Darle demasiada comida a un can y convertirlo en obeso puede causarle la muerte por múltiples factores. Ellos requieren de mucho cuidado y cariño, lo que no se traduce en excesos de comida.

Hay quien adopta un perro y piensan hacerlo feliz dándole toda la comida que quiere, sin darse cuenta de que está conduciéndolo a una muerte segura y lenta. Es común ver un falderito feliz, de esos a los que se les complace en cuanto capricho desea y al que se le inventan los mil caprichos más. Ahí es cuando engordan, con el consabido peligro que esto entraña para su función cardíaca.

Entre los males a que se pueden enfrentar el can y su dueño están las fallas circulatorias con edema en las extremidades, cúmulo de líquido en el abdomen que se debe extraer con cierta regularidad y el estricto régimen dietético, algo muy difícil de cumplir con un perrito adorado por su amo. “¿Mi perro sin comer? Jamás. Primero dejo el plato yo.” Piensa el dueño ante las exigencias del veterinario cuando un ladrador está por encima de su peso promedio.

La obesidad canina lleva a la cardiopatía temprana que conduce a fallas respiratorias, complica el hígado, inflama el abdomen, afecta el diafragma y dificulta la respiración. Lo que más puede durar un animal así es tres meses, pero, algún día, la vida acaba y solo queda el gran dolor primero, luego el bello recuerdo de nuestro consentido animal de compañía. Adoptar un perro y gozar de su cariño es una bendición, dejarlo que muera por exceso de alimento, es una irresponsabilidad.

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