Si vamos a hacer caso a lo que investigó Kinsey en la década de 1950, nosotros, todos sin excepción, nos masturbamos, aunque tengamos de pareja a la mujer más explosiva y super hembra que haya sobre la tierra. Eso dijo él, ¿es cierto? ¿Estamos convencidos de que los hombres somos, por excelencia humana, onanistas?

Ustedes saben que sí, y yo también. Desde que comenzamos a mirar a esa niña de carita preciosa que se sienta a nuestro lado en el cole, nos comienza el cosquilleo que solo nos deja quietos cuando nos masturbamos. Y cuando ya de adultos, viajamos en tren, en avión, vamos al partido de fútbol o vemos a la vecina luciendo sus pechos como una gelatina, no queda otro remedio, que de ahí, al baño y lo demás, es cosa nuestra.

Por supuesto que dependiendo de la frecuencia de nuestras relaciones sexuales, nos masturbaremos más o menos, pero sí estamos de acuerdo en que es muy raro que no tengamos esos instintos a lo largo del día. Muchas veces no necesitamos ni navegar en Internet para que las pulsaciones se disparen a todo trapo, como decía mi abuelo, ese cariñoso y sabio viejito que me dio muchos consejos.

Mastrubación
Pajas

Uno de sus consejos que nunca olvido es el de «por nada del mundo masturbarme antes de una cita», ni aunque vea delante de  mí, toda desnudita y masturbándose a la mismísima Charlize Theron, y miren que esta chica me tiene haciendo piruetas con mis dedos de madrugada. Una cita es inviolable para el hombre por lo que hay que evitar  quedar mal parado porque, «primero muerto que haciendo un papelón».

Cuando vamos a una cita tenemos que olvidar durante todo el día cualquier pensamiento erótico, como no sea con la mujer de nuestro encuentro. Ir bien despierto y con las fantasías a tope pero con su cuerpo y todo lo suyo en mente, que para eso es nuestra cita, sino, ¿por qué quedamos con ella? Para masturbarnos nos quedamos frente a la tele.

Mi abuelo siempre lo aconsejó y yo sugiero a todos ustedes que le hagan caso. Se los digo por propia experiencia.

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