Cuando la pareja es feliz, nada les muestra el lado oscuro de la vida. Buen sexo, compatibilidad, mucho amor, deseo y al final…boda. Hasta aquí todo es perfecto en una relación. Al comenzar la vida en común los sueños se realizan como proyectos. Al poco tiempo es que la unión les pasa factura, si no se actúa con prudencia.

Pequeños detalles aquí y allá comienzan a notarse. Quizás demasiado sencillos, pero que denotan un resbalón en la relación. Sí, se resbala y se pierde el equilibrio, por eso es el momento de hacer piruetas para no caerse completamente. Una vez que hay caída, la cura será mayor.

Pero volvamos a los detalles del día a día que enervan a uno o a otro en la pareja:

– Leer en la cama antes de dormir.

– Abrir las ventanas de la casa.

– Dejar la limpieza para después.

– Hacer ruido al lavarse los dientes.

– Hacer marcas a los periódicos.

– Tomar pastillas.

– No bajar la tapa del retrete.

– Dejar la colada para varios días después.

– Callar a la hora de la cena.

– Morderse las uñas.

Estas situaciones que molestan y otras muchas demuestran que…«es el momento de hablar».

 

Relaciones en fuego de vida
Tenemos que hablar

La situación no es tan grave. Por supuesto que es difícil encontrar pareja que no la haya vivido de manera similar. Lo grave está en no conversarlo. Hay una diferencia abismal entre conversar y reprochar. Ese es el punto básico del problema. Con tres pasos, destruimos la paz  si llegamos al tercero:

– Primero, vemos estas situaciones.

– Luego las repudiamos calladamente.

– El tercer paso es el reproche, que va creciendo según pasan los días.

Situaciones tan insignificantes comienzan una guerra de la noche a la mañana.

¿Cómo resolver este problema en la relación de pareja?

Ya lo hemos dicho, se debe hablar. No es lo que se dice, sino cómo se dice. Se logra mucho más diciendo suavemente, «cariño, por qué abres las ventanas, nos podremos resfriar«, a decir enérgicamente..»¿Por qué abres las ventanas? ¿No entiendes que nos vamos a resfriar?»

Otro caso muy común es decir «¿Cuándo te dará la gana de hacer la colada? Ahora no tengo lista mi camisa favorita», en vez de decir, «Pensaba que mi camisa favorita estaba limpia, ¿Te sientes mal? ¿quieres que haga yo la colada esta tarde?»

Debes expresar a tu pareja lo que  molesta, sin dudas y más temprano que tarde. El truco radica en saber comunicar lo que sentimos con el tono adecuado y evitar males mayores.

 

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